El nivel de competitividad entre candidatos a un puesto de trabajo ha alcanzado cotas insospechadas hasta hace apenas una década. La mayor cantidad aspirantes, mejor cualificados, unido a la menor oferta de puestos de empleo, es una de las principales razones de esta situación. Por ello, al igual que ocurre entre las empresas de un mismo sector económico, también los candidatos a un puesto de trabajo de lograr la forma de, en igualdad de condiciones a nivel de formación y experiencia, hacer destacar entre sus competidores.
El currículum es la carta de presentación de todo candidato que aspira a ocupar un determinado puesto de trabajo. Y dentro del currículum, la fotografía es una aspecto crucial. A diferencia de los países de tradición anglosajones y nórdicos, don la inclusión de una fotografía es considerado casi un síntoma discriminatorio, en los países de tradición hispana es un elemento obligatorio. Pero no vale cualquier fotografía.
La foto de currículum dará una primera impresión de nosotros mismos a la persona encargada de hacer la selección y en consecuencia, una mala elección, podrá suponer el descarte inmediato.
Lejos de lo que muchos aún consideran, la fotografía de carné no es adecuada para ilustrar tu CV pues se trata de una imagen profundamente impersonal. Esta foto no transmite cada acerca de nuestra personalidad, simplemente nuestra apariencia física.
Aunque resulte una obviedad, el vestuario que utilicemos en la foto de currículum debe ser acorde al puesto de trabajo al que optamos. La fotografía de currículum debe ser capaz de mostrar lo mejor de nosotros mismos, nuestra presencia, valores y actitud. Para ello, es fundamental encontrar nuestro “valor añadido”, por ejemplo, la sonrisa.
Por otro lado, debemos evitar tanto las fotografías de primer plano, como las de cuerpo entero (mucho menos fotografías en grupo), optando por un plano medio acompañado de un fondo aunque transmita algo de nosotros, pero desenfocado, para que no nos robe protagonismo.