Los nervios previos a una sesión de fotos son muy normales, sobre todo cuando no se tiene experiencia previa. La primera vez mucha gente se siente intimidada ante la idea de posar delante de una cámara, para evitar esta sensación existen una serie de técnicas que ayudan a ganar confianza. Así, los nervios dejan paso a la naturalidad y esto se percibe en las fotografías finales.
Para empezar es importante mantenerse erguido pero sin forzar la figura, de modo que el cuello y los hombros estén estirados a la vez que se sube la barbilla y se mete la tripa. Con esta pose básica se pasa a introducir elementos que la mejoren. Por ejemplo, para crear una sensación de mayor longitud en las piernas se coloca una por delante de la otra. Al igual que la figura se ve más esbelta si se estira uno de los hombros un poco hacia el frente.
La clave de un buen posado reside en la relajación de todas las articulaciones con lo que se da una mayor fluidez a brazos, manos, piernas y tronco. Otro de los elementos que también hay que cuidar, y uno de los más temidos, es la mirada. Coquetear con la cámara es mucho más fácil de lo que parece, una vez que se está dentro del estado de ánimo adecuado, para lograrlo hay que dejarse llevar por las indicaciones del fotógrafo y el instinto.
Finalmente, se recomienda ensayar delante del espejo hasta encontrar las poses más favorecedoras y, a base de repetirlas, conseguir que salgan de forma natural. Al fin y al cabo en una sesión de fotos estamos también para divertirnos ¿verdad?…
Un abrazo.